28 de diciembre de 2008

Embajada de Italia


(C/. Lagasca, 98)

Hacia finales de 1939, el Gobierno italiano adquirió un edificio de gran valor estilístico, que ocupa toda una manzana entre las calles Lagasca, Juan Bravo, Velázquez y Padilla, que había pertenecido al Marqués de Amboage.
Construido entre 1914 y 1917 por el arquitecto Joaquín Rojí, en estilo barroco francés, con columnas rematadas por frontones curvos. Consta de una planta baja para biblioteca y salones, primera planta para dormitorios, segunda planta y semisótano para el servicio y jardín de 680 metros cuadrados.
Un pabellón de cristal da acceso al vestíbulo, en forma de templete circular flanqueado por ocho columnas. De ahí, al salón de entrada, un espacio rectangular con la espléndida alfombra, tejida por Gabino Stuyck y la gran vidriera del fondo, de Mauméjean.
En sus salones se encuentran numerosas obras de arte del siglo XVII de maestros italianos como Salvador Rosa, Cavalier D’Arpino, Pier Francesco Mola y Federico Buzzi, pintura flamenca del XVII y XVIII, la escultura en mármol de Pastora Imperio realizada por Mariano Benlliure, un billar labrado por los hermanos Ricci en la ciudad italiana de Forlí en 1884, un lienzo atribuido a Vernet, un cuadro de Gandolfi, sedas de San Leucio, tallas religiosas, una espléndida silla veneciana, etc.
Actualmente alberga la sede de la Embajada de Italia. 



23 de diciembre de 2008

¿Y tú, subes o bajas?


Según la definición de la Real Academia Española de la Lengua, una escalera es una serie de escalones que sirven para subir a los pisos de un edificio o a un plano más elevado, o para bajar de ellos. A las escaleras nos enfrentamos con admiración o con miedo, si nos adaptamos a las interpretaciones psiconalíticas.


Conocemos escaleras al cielo o descenso por ellas al infierno. Nada tan fascinante como una escalera sin final como la que pude ver en el Museo Judío de Berlín o las escaleras sin sentido de los dibujos de Escher.

Aquí tenemos una muestra de hermosas escaleras que parecen sacadas de nuestros sueños, pero que podemos contemplar en nuestra vida real. Podemos subir poco a poco la vista y detenernos en ese lugar entre escalón y escalón, resbalar por sus pasamanos como cuando éramos niños, sentarnos en sus rellanos, en esos bancos providenciales llamados "misericordias".


Todo esto consiguen las escaleras, esos puentes entre lo de abajo y el más arriba, entre la portería y la buhardilla, puentes, en principio internos, que se hacen con la moderna arquitectura, en el exterior.




Tal vez deberíamos añadir a su definición que las escaleras son, sobre todo, una metáfora de la vida, un camino duro y difícil para superarnos, para conseguir llegar a algún lugar o una senda descendente que nos lleva al exterior, hacia afuera de nosotros mismos. En definitiva, creo, que las escaleras sirven para imaginar.



18 de diciembre de 2008

Mil y una caras de Madrid


Si miráis hacia arriba, como creo que tenéis por costumbre, veréis a veces, en algunos edificios, en casas viejas o nuevas, amarillas o rojas, en oficinas o iglesias, unas caras que nos miran a su vez. Son las caras que quedan como testimonio de que nunca, en esta ciudad, estamos solos.


Esas caras -o tal vez son máscaras- parecen vacías, sin persona. Si nos permitimos jugar con su significado, diríamos que ni siquiera están hechas para sonar, como en el teatro griego. Algunas son mujeres, otras son hombres, otras animales existentes o inexistentes.



Me gustaría que os fijaseis en esa cara que está en la calle de Fuencarral casi esquina con la Gran Vía, esa cara de hermana fea, de oveja negra, cara cómica o patética. Pasead por Madrid con la cara hacia arriba buscando vuestro reflejo.
Y por qué no, buscad a los ángeles. En las iglesias los hay bellos y ridículos, no he visto angelotes más feos que los de la iglesia de la Montserrat, en la calle de San Bernardo.


Y siguiendo en esta calle... ¿Qué me decís de los sátiros babeantes del Palacio de los Siete Jardines?
Después de un largo paseo observando las mil y una caras de Madrid, tendremos una mayor consciencia de que la soledad...no existe.

7 de diciembre de 2008

Quinta del Duque del Arco




En el camino de Madrid hacia El Pardo y muy próximo a éste, sobre el corredor del Manzanares y en los extensos terrenos dedicados a Cazadero Real, se halla situada la Quinta del Duque del Arco, íntimo cortesano, Montero Mayor de Felipe V y Alcaide de El Pardo. Atravesando el arco de la Puerta de Madrid, accedemos al complejo que tuvo su origen en una casa de labor que compró el Duque en 1.717, construyendo una casa cuyas trazas recordaban el Palacio de la Zarzuela, del arquitecto Gómez de Mora.



El conjunto comprende el Palacete, lo que fue Casa de Labor con sus tierras y unos importantes jardines con fuentes de artificio.
En 1.745 cuando murió el Duque, la Duquesa donó la propiedad al rey Felipe V y a su esposa Isabel de Farnesio y, a su vez, la Quinta pasa a formar parte del Real Sitio de El Pardo, por donación de la viuda al monarca.
El Palacio tiene una superficie en planta de 920 m2, distribuidos en 15 estancias, siendo la mayor de ellas de unos 110 m2 aproximadamente. Consta de una planta noble en la que se ubican los salones y zonas de recepción. Un sótano para su utilización por el personal de servicio y una buhardilla que ocupa toda la planta alta, para los mismos fines.


Destacan las decoraciones murales de papel pintado (probablemente adquiridos en Francia en el siglo XIX), el mobiliario, las pinturas y las alfombras de la época de Fernando VII e Isabel II.
Es notable la explanada frente al Palacio, con una dimensión de 940 m2. Rodean todo el Palacio los maravillosos jardines recientemente restaurados, que recuerdan a los de La Granja, y que ocupan más de 10.000 m2 de terreno. El jardín, diseño de Claude Truchet, siguiendo la influencia francesa de Felipe V, se compone de cuatro grandes terrazas con rasgos españoles e italianos, esculturas y estanque. Grandes coníferas llaman poderosamente la atención.



Desde 1.994 y gracias a los esfuerzos del Servicio de Jardines, Parques y Montes del Patrimonio Nacional, en colaboración con la Escuela Taller de Jardinería y Medio Ambiente de El Pardo, se está tratando de recuperar este auténtico tesoro de entorno natural.
Es declarado Monumento Nacional en 1.935.



22 de noviembre de 2008

La Cibeles


Esta construcción se enmarca dentro del proyecto ilustrado de Carlos III a finales del siglo XVIII, que pretendía aumentar la categoría de Madrid a semejanza de otras ciudades europeas. Fue encargada al arquitecto Ventura Rodríguez, que realizó el proyecto entre 1777 y 1782. Su realización estuvo a cargo de Francisco Gutiérrez (la diosa y el carro), Roberto de Michel (los leones) y el adornista Miguel Ximénez. La diosa y los leones fueron esculpidos en mármol cárdeno de Montesclaros (Toledo) y el resto, en piedra de Redueña, localidad de la Sierra de La Cabrera.
La diosa frigia Cibeles, símbolo de la fertilidad, está montada sobre un carro tirado por un león y una leona (Hipomenes y Atalanta), sobre una roca que se eleva en medio del pilón. La diosa en sus manos lleva un cetro y una llave y en el pedestal se esculpieron un mascarón que escupía agua por encima de los leones hasta llegar al pilón, más una rana y una culebra, que pasan desapercibidas.

El conjunto escultórico tiene en total un diámetro de 32 metros y una altura de 8 metros. En el estanque superior hay dos surtidores verticales que alcanzan los 5 metros de altura, acompañados de una serie de chorros inclinados que envían el agua desde la diosa hasta la parte externa. A mediados del siglo XX la fuente se hizo más artística con el añadido de surtidores y diversos chorros formando cascadas y agregando la iluminación de colores.
Al principio, iba destinada a los Jardines de La Granja de San Ildefonso en Segovia, pero al remodelar el Paseo del Prado, se instaló en 1782 en el Salón del Prado de Madrid, a la entrada del paseo de Recoletos y mirando hacia la fuente de Neptuno. En 1895 se trasladó el monumento al centro de la plaza, colocando a la diosa mirando al primer tramo de la calle de Alcalá.


La plaza de Cibeles se llamó al principio Plaza de Madrid y en el año 1900 tomó el nombre de plaza de Castelar. Está delimitada por los edificios del Palacio de Buenavista (Cuartel General del Ejército), Palacio de Linares (Casa de América), Palacio de Comunicaciones (Ayuntamiento) y Banco de España. Entre el monumento y el palacio de Buenavista, había unos edificios pequeños donde estaba ubicada la Inspección de Milicias y más tarde la Presidencia del Consejo de Ministros, hasta que un incendió a finales del XVIII, destruyó todo el grupo de casas. Entre los daños sufridos a lo largo de su historia, se encuentran la pérdida de un brazo, las llaves y el cetro en 1931 y graves ataques a uno de los leones durante la Guerra Civil Española.



16 de noviembre de 2008

La Casa de las Siete Chimeneas


Situada en la Plaza del Rey, esquina con la calle de las Infantas, es un claro ejemplo de arquitectura civil del XVI que queda en Madrid. Proyectada y construida entre 1574 y 1577 por Antonio Sillero y Juan de Herrera para D. Pedro de Ledesma. En 1583, fue adquirida por el genovés Baltasar Cattaneo, según Répide con muy malas artes, y desde entonces la casa fue conocida como «casa de Cataño». Tres años después mandó al arquitecto Andrea de Lurano realizar la primera ampliación, resultando un caserón de planta rectangular, de dos alturas y un tejado a cuatro aguas rematado por siete chimeneas que representaban los siete pecados capitales. La casa sirvió de reclusión a una hija ilegítima de Felipe II.
En 1590 el doctor Francisco Sandi y Mesa compró la casa y fundó el mayorazgo de los Colmenares, desde 1716 hasta 1881, Condes de Polentinos, . En el siglo XVIII su función de residencia nobiliaria conllevó cambios, como la construcción de un anexo transversal, que hoy da a la calle de Colmenares, resultando una planta en forma de «L».


Fue residencia del Marqués de Esquilache, contra quien el pueblo madrileño se amotinó en 1766 por decretar la prohibición de llevar capa larga y chambergo.
En 1874 el arquitecto Agustín Ortiz de Villajos realizó una nueva reforma y con su venta al financiero Jaime Girona en 1881, se convertiría en la sede del Banco de Castilla. Al año siguiente el arquitecto Manuel Antonio Capo retornó las fachadas a su aspecto original. Fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1948 y otra vez reformada en 1957 por
Fernando Chueca Goitia y José Antonio Domínguez Salazar. Desde 1980 es sede del Ministerio de Educación y Cultura y desde 1995 declarada Bien de Interés Cultural.


17 de octubre de 2008

El Águila


Biblioteca Regional Joaquín Leguina
(C/. Ramírez de Prado, 3)

El empresario valenciano Augusto Comas Blanco (1862-1953), pintor, crítico de arte y representante en Cortes por el partido Liberal, estudió Bellas Artes y Derecho, pero profesaba una gran afición por la Arquitectura, que no llegó a estudiar, pero que le llevó a proyectar casas y edificios, con un capital social de 2.000.000 de pesetas adquirió un solar situado en el distrito de Arganzuela entre las estaciones ferroviarias de Delicias y Atocha, para la construcción de la fábrica de cervezas y de hielo, S. A. “El Águila”. El emplazamiento, de más de 95.000 pies cuadrados, cumplía con una importante necesidad estratégica de la época: su conexión directa, mediante vías propias, con la red de transporte ferroviario.
La fábrica, fue construida entre los años 1912 y 1914, según planos del ingeniero alemán Langeloth y bajo la dirección técnica del arquitecto Eugenio Jiménez Corera y ampliado más tarde por el también arquitecto Luis Sainz de los Terreros. Tenía una superficie total de 11.000 metros cuadrados y se levantó sobre el primer edificio de la maltería, fundada en 1900.



En 1936, al estallar la Guerra Civil Española, la fábrica fue incautada por el ejército republicano durante más de 32 meses. En 1939, tras la toma de Madrid, volvió a manos de sus dueños quienes, tras la reparación de diversos daños en los silos y en las naves de fermentación, la pusieron nuevamente en funcionamiento. El edificio original creció con distintas naves en 1970, hasta que finalmente en 1985 cerró sus puertas como fábrica de cervezas.
En 1994 la Comunidad de Madrid inició las actuaciones para recuperar el complejo, convocándose un concurso de proyectos que, entre 185 que se presentaron al concurso, ganaron los arquitectos Emilio Tuñón Álvarez y Luis Moreno Mansilla, con la única condición de conservar el edificio original.


Actualmente alberga la Biblioteca y el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, más popularmente conocido como el Leguidú. Los depósitos más valiosos que conserva este monumento histórico, son algunos documentos del siglo XVII y mapas antiguos.



3 de octubre de 2008

San Martín


(c/. Desengaño, 26)

Sus orígenes se remontan al año 1126, cuando es fundado como un convento benedictino. Originariamente estuvo emplazado en la plaza del mismo nombre, frente a las Descalzas Reales. En el siglo XIV, el convento se transformó también en parroquia y llegó a convertirse en la más importante de Madrid.
En 1809, José Bonaparte derribó la iglesia del convento y la parroquia estuvo deambulando por diversas iglesias, hasta que los decretos desamortizadores de 1836, obligaron su traslado definitivo a su emplazamiento actual, ocupando el antiguo convento de Portacoeli que había sido fundado en 1644, y que se encontraba vacío tras la exclaustración de los frailes.
Se puede considerar como un magnífico ejemplo del barroco madrileño de la segunda mitad del siglo XVII. Se cree que fue construido por el Padre José de Valdemoro entorno a 1648. Levantado sobre una planta de cruz latina, destaca la portada, atribuida a los Churriguera. En los últimos años ha sido cedida para la celebración del culto de la comunidad polaca de Madrid, por lo que dicha parroquia también es conocida como la “Iglesia de los polacos”.



27 de septiembre de 2008

Plaza de Canalejas 1


Banco Santander
(Antiguo Banco Hispano Americano)


Proyecto realizado en 1902 por el arquitecto Eduardo de Adaro Magro, arquitecto también del Banco de España. En su construcción, que se prolongó de 1902 a 1905, se repiten pautas que aparecen en el Banco de España, como el patio de la planta baja. El edificio, en el que también intervino Salaberry, consta de planta baja y cuatro alturas repartidas en una fachada principal a la plaza de Canalejas y en otras dos fachadas laterales. Adaro se inclina, en la decoración de las fachadas, por la simetría y por los recursos clásicos: pilastras, semicolumnas, entablamentos, frontones curvos, ménsulas, molduras y dos esculturas en el primer piso flanqueando los ángulos superiores de la puerta principal.

21 de septiembre de 2008

Plaza de Canalejas 3


Casa Allende

También conocida como edificio Credit Lyonnais.El edificio promovido por D. Tomás de Allende, fue construido como edificio de viviendas entre 1916 y 1920, según proyecto de los arquitectos Leonardo Rucabado Gómez, Ramiro Saiz Martínez y Pedro Cabello Maíz y decorado con cerámicas del taller de Zuloaga. Típico edificio de la arquitectura que surge a partir de la crisis de 1898, en este caso, de la arquitectura santanderina.Compuesto por planta baja, entresuelo, dos viviendas por planta y otra en el ático con torreón de esquina. Destaca sobre todo la solana montañesa en la fachada de la Carrera de San Jerónimo.

14 de septiembre de 2008

Plaza de Canalejas 4


Edificio Meneses

En 1914 la viuda del financiero Meneses encargó la construcción de un edificio de viviendas con áticos a los arquitectos D. José María Mendoza y Ussía y a D. José de Aragón Pradera, en un pequeño solar que había en la plaza de Canalejas esquina a la calle del Príncipe, frente al monumental Banco Hispano Americano.
La escasez de dicho solar, obligó a los arquitectos a elevar la altura del edificio y así aparentar una mayor verticalidad, lo que consiguieron por medio de semicolumnas clásicas, entrelazadas con miradores de hierro y cristal, una balaustrada en el piso superior y un templete circular en la esquina sostenido por un tambor encolumnado coronado por una cúpula.

7 de septiembre de 2008

Plaza de Canalejas 5


Uno de los cafés más bonitos y con más encanto de Madrid, que aún perdura, de los numerosos establecimientos de este tipo que había en la capital: Café del Príncipe conocido como el Parnasillo, el Café Nuevo, el Café de la Iberia, el Café del Prado... Se hizo famoso por haber sido lugar de encuentro a partir de 1829 de escritores del Romanticismo, como Espronceda, Ventura de la Vega, Larra y Mesonero Romanos; los dramaturgos Hartzenbusch, Zorrilla y el poeta Enrique Gil y Carrasco; oradores como Fermín Caballero, Salustiano de Olózaga, Bravo Murillo y Donoso Cortés; pintores como Madrazo, Rivera, Esquivel y Villaamil; y grabadores como Deleguer, Castillo y Ortega; y el empresario teatral Juan Grimaldi, actores y jóvenes literatos. Larra lo describió como «reducido, puerco y opaco».

25 de agosto de 2008

Plaza de Canalejas 6


Antiguas viviendas construidas por D. Ramón Pla y Monje, Marqués de Amboage (1823- 1891), a partir de un proyecto de 1913 del arquitecto Joaquín Rojí López-Calvo. Su edificación se prolongó de 1915 a 1916.
En sus bajos, con fachada de madera y dos escaparates ovalados a los lados, La Violeta, negocio familiar de cuatro generaciones. Comercio pequeño que mantiene el mobiliario original con muebles de caoba, que lleva vendiendo dulces desde 1915.
Conocida por sus caramelos de violeta o violetinas, elaborados con la esencia de la flor, con forma de pétalo y de color lila, el caramelo de Madrid. También violetas naturales escarchadas en azúcar, frutas glaseadas, bombones, dulces y violetas confitadas, sin olvidar su Leña Vieja, su Marrón Glasé, sus trufas, sus uvas y sus guindas al coñac. Consumidores especiales fueron entre otros, la reina Victoria Eugenia, Jacinto Benavente o Wenceslao Fernández Flores.
Muy joven se marchó a América donde se hizo millonario con la trata de esclavos.
A su regreso obtiene el título de Marqués de Amboage, la Gran Cruz de Isabel la Católica y la plaza de Consejero del Banco Hipotecario de España. Casado con Faustina Peñalver tuvo dos hijos. A su muerte y por testamento se instituyó la Fundación del Marqués de Amboage, institución benéfica acogida a la protección del Estado y de carácter perpetuo. Entre sus fines: "Distribuir todos los años, entre cien pobres verdaderamente necesitados, vecinos o que residan habitualmente en la ciudad de Ferrol, la suma de cinco mil pesetas en metálico, reparto que se hará el 31 de agosto, día de San Ramón, dando a cada pobre la limosna de 50 pesetas".



3 de agosto de 2008

Viena Capellanes



Hace 135 años, un médico valenciano, el doctor Ramón Martí, decidió hacer un viaje a la Exposición Universal de Viena. De todo lo que vió, lo que más le sorprendió fue el pan. El pan de Viena era más fino y más esponjoso que las hogazas o el pan candeal; su aspecto era lustroso y su distribución en pequeñas cantidades lo convertía en “un pan de capricho, no en un pan de hambre”. Tras este descubrimiento, fundó en Madrid la panadería Viena Capellanes.
En 1879 Serafín Baroja Zornoza llega a Madrid con su mujer, Carmen Nessi Goñi, y sus hijos Darío, Ricardo y Pío. Se trasladan a Pamplona en 1881, y regresan de nuevo a Madrid en 1886. Temporalmente se alojan con la tía materna, Juana Nessi, en la Casa de Capellanes. En ella, Pío Baroja se inicia como empresario, dirigiendo la tahona de Viena Capellanes, en los bajos del edificio. La llegada de Baroja a la tahona fue casual. Su hermano Ricardo había sido reclamado por su tía Juana para que la ayudara con el negocio tras la muerte de su marido, Matías Lacasa, en 1894 y, ante el desinterés de Ricardo, Pío se hizo cargo del negocio en 1896.




Además del atractivo de la bollería y los dulces, la Casa de Capellanes ofrecía a Baroja el no menos irresistible de los caserones antiguos, misteriosos y laberínticos, que despertarían en Pío el interés por el mundo del misterio y del crimen.
A pesar de los esfuerzos realizados por Baroja, la tahona pasó por numerosas dificultades. Matías Lacasa ya la había dejado entrampada al morir.
Baroja liquidó como pudo las deudas, hizo acopio de harina, e intentó conseguir respaldo financiero, que no obtuvo. En cualquier caso, el negocio siguió adelante tras ser comprado a la familia Baroja por Manuel Lence y consiguió, años más tarde, un gran éxito que aún perdura.



22 de julio de 2008

Casa Real de Aduana


Casa Real de Aduana
(C./ Alcalá, 5, 7, 9 y 11)


La antigua Casa de la Aduana, también conocida como Aduana Vieja, fue construida en 1645 en la desaparecida plazuela de la Leña, hoy calle de la Bolsa, en el lugar que antaño ocuparan las Caballerizas de la Reina, entre el palacio de Juan de Goyeneche y el palacio de Torrecilla. Durante el siglo XVIII se hizo cargo de las Rentas de tabaco, sal, naipes, aguardientes, vidrio, etc. Carlos III encargó en 1761 a Francisco Sabatini la construcción de una nueva casa de la aduana. Las obras del edificio, concebido como un palacio italiano, concluyeron en 1769. El alzado se divide en tres alturas:



En la primera, de sillares almohadillados, se abren cinco puertas: tres centrales adinteladas y dos laterales en arco de medio punto. Entre ellas se sitúan ventanas, también adinteladas.
En la segunda, alternan ventanales coronados por tímpanos triangulares y redondeados. Una gran balconada central, sobre la puerta principal se apoya sobre ménsulas decoradas.
Y la tercera de ladrillo, con ventanales cuadrangulares.
Remata el conjunto un ático con balaustrada apoyada en mensulones agrupados de dos en dos.
El interior, organizado en torno a tres grandes patios, dos de ellos separados por un vestíbulo con una escalera de doble derrame y sótanos que servían para almacenes. Como consecuencia de la reforma fiscal de 1845, el Ministerio de Hacienda fue trasladado en 1848 a la Real Casa de la Aduana. En 1944 el arquitecto Miguel Durán Salgado amplió las dependencias con la construcción de un edificio contiguo, sobre el solar del demolido palacio dieciochesco del Marqués de la Torrecilla, con portada realizada por Pedro de Ribera en 1730.
Declarado Bien de Interés Cultural el
27 de febrero de 1998.


13 de julio de 2008

El Ángel Caído


(Parque del Retiro)

En 1877, el escultor madrileño
Ricardo Bellver (1845-1924) realizó la obra en yeso, inspirado en unos versos de El paraíso perdido, de J. Milton, para presentarla en la Exposición Universal de París de 1878. Dado que sólo se admitían esculturas de mármol o bronce, Bellver decidió fundirla en París, por la casa Thiebaut-Fils.
El Ángel Caído, con las alas desplegadas y contorsionado, se apoya sobre unas rocas, mientras una gran serpiente se enrosca alrededor de su cuerpo.
Mide 2,65 metros de alto y descansa sobre un pedestal de granito y piedra, con forma de pirámide truncada de planta octogonal que en cada uno de sus lados figura una carátula de bronce, obra de Francisco Jareño, que representan a diablos sujetando con sus manos lagartos, sierpes y delfines. En cada carátula hay tres surtidores que vierten sus aguas a un pilón, también de granito, de forma ochavada y rodeado por un parterre de boj. El conjunto tiene unas dimensiones de 10 metros de diámetro por 7 metros de alto y fue inaugurado oficialmente en 1885.



Muestra tres grandes influencias: la helenística, de
Laocoonte y sus hijos; la barroca, de Bernini, por sus líneas diagonales; y la romántica, por su intensidad dramática. Es probable que la idea de representar a Luzbel (luz bella), con un cuerpo de atleta adolescente tenga relación con el Lucifero de Costantino Corti.
El modelo en yeso fue adquirido en 1879 por 4.500 pesetas, por el bronce se pagaron 10.000 pesetas y fue cedido ese mismo año al Ayuntamiento de Madrid, para ornato del Parque del Retiro. En la Glorieta del Ángel Caído se levantaron antaño varias construcciones. La más antigua de que se tiene noticia es la ermita de San Antón, tras su derribo Carlos III mandó edificar en su lugar la
Fábrica de Porcelanas de la China, a semejanza de la existente en Capodimonte (Nápoles) y tras ser destruida durante la Guerra de Independencia, el solar permaneció vacío hasta que se erigió la fuente. Curiosamente se encuentra situada a una altitud topográfica oficial de 666 metros sobre el nivel del mar.
Hubo opiniones para todos los gustos.
Massarani: “queda fuera de lo que vulgarmente llaman mediocre”
Martínez de Velasco: “refleja el odio satánico del ángel rebelde”
Jouin: “como si el artista hubiera visto a Lucifer en su caída”
Picón: “atrevida, de incorrecto dibujo y aspecto decorativo”
Eugenio Duque: “desprovista de buen gusto”
Vicente Esquivel: “no reúne las condiciones”
Rouget: “el brazo derecho es muy corto”



22 de junio de 2008

Real Alcázar de Madrid




Su historia se remonta a los orígenes de la ciudad, más concretamente a su fundación por el emir Muhammad Ben Abd al Rahmman- Muhammad I- entre los años 850 y 866. Ocupaba el lugar del antiguo castillo de Mayrit o alcázar de origen árabe, una colina que dominaba el terreno circundante, que fue atalaya de observación primero, pequeño fortín después y fortaleza en ese mismo emplazamiento desde la fundación de Madrid en torno a 720. Los Trastámara, lo eligen como residencia.
Enrique III, le confiere un aspecto palaciego levantando algunas torres, y su hijo Juan II, la Capilla Real y la Sala Rica. Enrique IV lo elige como su residencia favorita, naciendo en él, Juana la Beltraneja en 1462. Sufre numerosos daños durante la guerra civil de las Comunidades de 1476 por las tropas de Isabel I. Sirve de prisión al rey Francisco I de Francia tras su captura en la batalla de Pavía en 1520.
En 1536, Carlos V encargó su reforma a
Luis de la Vega y Alonso de Covarrubias, quienes renovaron estancias, duplicaron la superficie del con un segundo patio, realizaron una nueva fachada rematada por las armas imperiales y levantaron la Torre de Carlos I, que daba a los actuales Jardines de Sabatini.
La modernización y ampliación del Alcázar va a ser obra de Felipe II durante su primera regencia en 1543, que se incrementará a partir de 1561, cuando traslada la Corte a Madrid.
Felipe II ordenó al arquitecto Juan Bautista de Toledo que remodelase la parte antigua, reconstruyendo salas, levantando galerías, y construyendo la Armería Real y la denominada Torre Dorada, de estilo barroco y rematada por un chapitel de pizarra. En esta época el alcázar es más parecido a un caserón con tejados de teja que a un palacio. Tiene aspecto de venta manchega con la entrada flanqueada por dos torres cuadradas.




Durante el reinado de Felipe III, la fachada fue reformada por Francisco de Mora en 1609.
Felipe IV encarga a
Juan Gómez de Mora en 1636, la edificación extramuros, al este de la ciudad, más allá del arroyo del Carcavón, hoy Paseo de la Castellana y Parque del Retiro, pero con una nueva portada y tres torres más. Se modifican las fachadas, dándole un aspecto barroco con ventanas y columnas que darían luminosidad al interior.
Durante el reinado de Carlos II, se remató con un capitel la Torre de la Reina (simétrica a la Dorada), y se cerró la plaza sur mediante dependencias y galerías.
En 1700, Felipe V muestra su desagrado por su tosquedad y sobriedad, adecua el palacio al gusto francés, comprensible habiendo nacido y criado en Versalles, y la reina María Luisa de Saboya y sobre todo su camarera mayor, Ana María de la Tremoille, princesa de los Ursinos, hasta la muerte de la reina en 1714, fue quien ordena las obras, que eran ejecutadas por el arquitecto Teodoro Ardemans y por el francés René Carlier.

En la Nochebuena de 1734, hallándose la corte en El Pardo, un incendio que se prolongó durante cuatro días redujo a cenizas el Alcázar. Los primeros en colaborar en la extinción y el rescate, son los frailes de San Gil. La capilla con sus joyas y objetos religiosos; dinero en efectivo y joyas de la Familia Real; la colección de arte reunida por los Habsburgo y el nuevo Borbón, desaparece bajo los escombros junto a los siglos de historia del Real Alcázar de Madrid.
A finales del siglo XVII el alcázar era un edificio de planta rectangular, con dos grandes patios. La entrada principal en la fachada sur rematada por chapiteles, era de ladrillo rojo y granito, característica de la arquitectura tradicional de Madrid, (arcilla del río Manzanares y granito de la sierra de Guadarrama). La fachada oeste íntegramente de piedra, con cuatro cubos o torres semicirculares de origen medieval, rematados por chapiteles de pizarra. El edificio tiene rasgos renacentistas en la escalera principal y en los patios del Rey y de la Reina, con arcos de medio punto sustentados por columnas.



11 de junio de 2008

La Casa de Capellanes


(C/. Maestro Victoria, 3)

En 1903, el arquitecto José López Salaberry informó: "la superficie que ocupará este edificio será de 872,36 metros y de 545,08 el piso entresuelo".
Tras conseguir la autorización municipal, Lorenzo Vicenti, apoderado de la marquesa de Villamejor, solicitó en 1904, permiso para efectuar la construcción del edificio, que fue encargada al arquitecto Manuel Medrano Huetos (1860-1906). Consta de planta principal, segunda, tercera, planta baja y sótanos.
En el edificio, se ve reflejado un nuevo estilo, el eclecticismo, partiendo de elementos como la arquitectura medieval (sobre todo la gótica), los estilos considerados nacionalistas (el plateresco, el estilo Cisneros, el estilo herreriano) y la arquitectura popular o regionalista, teniendo cabida el empleo de nuevas técnicas y materiales como el hierro, el acero forjado, la cerámica, el cristal o la porcelana.
De palacio cortesano a casa de capellanes del convento de las Descalzas; de panadería a sede del Colegio de Aparejadores (COAATM).
En él habitaron, entre otros, Pedro de Sotomayor, el tesorero de Carlos V Alonso Gutiérrez, la infanta doña Juana de Austria, el músico Tomás Luis de Victoria, el escritor Pío Baroja y el panadero Manuel Lence.
Alrededor del edificio se ha ido configurando la fisonomía del centro de la capital: el Hospital de la Misericordia, el Monte de Piedad, los Salones de Capellanes o el Teatro Cómico que han sido durante siglos edificios emblemáticos.
Hospital, imprenta, salón de baile, sala de conciertos, teatro, grandes almacenes... De entre todas ellas, hizo historia en 1850 uno de los salones de baile más populares y célebres de Madrid, los Bailes de Capellanes, que se erigieron en lugar de concurrencia de la juventud madrileña y en templo del cancán y del cuplé.



29 de abril de 2008

Banco de España


(Pº del Prado,2 con C/. de Alcalá, 48)

En 1781 se aprueba el proyecto de Cabarrús para la creación de un Banco Nacional en el centro de Madrid y en 1782 fue fundado, por Real Cédula del Rey Carlos III, el Banco Nacional de San Carlos. La primera Junta General, tuvo lugar en el Palacio de los Consejos, propiedad del conde de Altamira. La primera sede del Banco fue el Palacio de Monistrol, entre las calles de la Luna, Silva y Tudescos, arrendado al conde de Sástago.
En 1825, se traslada a una casa en la calle de la Montera con fachada a la calle Angosta de San Bernardo, hoy Aduana. En 1847 se fusiona con el Banco de Isabel II y la sede se ubica en el edificio de los Cinco Gremios Mayores de Madrid, en la calle de Atocha; aquí estará, como Banco de España desde 1856, hasta el traslado definitivo en 1891.
En 1882 se adquiere el palacio del marqués de Alcañices, situado en la calle de Alcalá con vuelta al Paseo del Prado. El mismo año se encarga a Severiano Sainz de la Lastra y Eduardo de Adaro, estudiar los edificios de otros bancos europeos y redactar el proyecto definitivo, el cual es aprobado a finales de 1883.




Pone la primera piedra el Rey Alfonso XII, el 4 de julio de 1884 y queda inaugurado en 1891. En 1927 se inicia una ampliación con la adquisición de las casas del conde de Santamarca, según el proyecto de José Yarnoz Larrosa, que propone la prolongación de la fachada ya existente.
Destacan los adornos escultóricos, encargados a escultores italianos, que quedan reservados al chaflán de Cibeles y a las portadas principales del Paseo del Prado y de la calle Alcalá; las puertas de entrada, construidas en hierro dulce por el artista Bernardo Asíns; la escalera de honor, ejecutada por el bilbaíno Adolfo Areizaga con mármol de Carrara; las vidrieras de la empresa alemana Mayer y el patio que fue Caja General y que es hoy Biblioteca, encargada a la Fábrica de Mieres, en estructura metálica vista, de hierro fundido. El patio, con una altura de 27 metros y una superficie de 900 metros cuadrados, recoge ejemplos del Art Decó, como la vidriera superior, o la pieza decorativa del centro.
La rotonda comunica el patio con la escalera principal y en su centro se alza una escultura en honor a Echegaray, obra de Coullaut Valera.
Entre 1969 y 1975, vuelve a ampliar sus dependencias por las calles de los Madrazo y Marqués de Cubas, según el proyecto de Yarnoz Orcoyen. Con esta ampliación el Banco ocupaba prácticamente toda la manzana. Sólo faltaba para completarla el edificio de la antigua Banca Calamarte, en la esquina de Alcalá con Marqués de Cubas, que fue motivo de un concurso de ideas en 1978, siendo elegida la de Rafael Moneo, que ofrecía una solución en chaflán, repitiendo los elementos que Adaro había pensado casi cien años atrás, en una línea análoga a la actuación de Yarnoz Larrosa en 1927.



23 de abril de 2008

Real Casa de Correos



Real Casa de Correos
(Pza. Puerta del Sol, 7)

Entre 1756 y 1760 Ventura Rodríguez dirigió los primeros derribos de varias manzanas de la Puerta del Sol, con el fin de construir un edificio donde estuviera el servicio de correos. En 1768 Carlos III optó por encargar la construcción al francés Jaime Marquet, que vino a Madrid para encargarse del empedrado de las calles. El destino quiso que Marquet construyera la real casa y Ventura Rodríguez los empedrados, hecho que produjo el dicho popular de “al arquitecto la piedra, y la casa al empedrador”.El edificio es de planta rectangular, está organizado en torno a dos patios interiores y consta de cuatro fachadas, (al abrirse en su parte trasera la actual calle de San Ricardo), de estilo clásico francés, compuestas por un zócalo, piso bajo, entresuelo y piso principal, destacando los tres vanos, la balconada, el portal de acceso del cuerpo central y el frontón con esculturas de Antonio Primo.
En 1847, pasa a albergar la sede del Ministerio de la Gobernación. Después de la Guerra Civil se convirtió en la sede de la Dirección General de Seguridad. Con la democracia, la Comunidad Autónoma de Madrid adquirió el edificio y encargó al arquitecto Ramón Valls Navascués las obras de adaptación (1985-1986). Entre 1996 y 1998, el edificio ha sido restaurado para la sede de la Presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid.
Son famosos los dos relojes, el más antiguo está situado en la fachada principal y procede del antiguo hospital del Buen Suceso, que fue derribado con la reforma de la Puerta del Sol y, el segundo y más conocido, es el que realizó Losada en 1866 y que precisó de la construcción de una torrecilla para su funcionamiento.